lunes, 26 de febrero de 2018

Urge pararle el trote a la embajada gringa
Carlos E. Lippo



"Mientras presionaban a otros gobiernos para que rompieran con nosotros, utilizaban ellos la embajada para introducir aquí agentes conspiradores y terroristas; porque han estado dirigiendo el terrorismo amparados en la inmunidad diplomática"
Fidel Castro Ruz (1)



En estas casi dos décadas de revolución hemos tenido en Venezuela cinco embajadores gringos, cada uno más injerencista e irrespetuoso que el anterior: John Maisto (1997–2000), Donna Hrinak  (2000 –2002), Charles Shapiro  (2002–2004), William Brownfields  (2004–2007) y Patrick Duddy (2007–2010), así como incontables encargados de negocios, algunos actuando en los períodos subsiguientes al cambio de algún embajador y otros, desde el 2010 hasta esta fecha, por no haber sido nombrado un nuevo embajador. Un sexto embajador de nombre Larry Palmer, designado para sustituir a Duddy ostenta lo que debe ser todo un record mundial de imprudencia diplomática al haber señalado en el senado de su país, antes de venir a Venezuela, una supuesta “baja moral” de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y unos presuntos vínculos del presidente Chávez con los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (2), motivo por el cual no recibió el requerido beneplácito de nuestra cancillería, quedando inhabilitado para ejercer el cargo. A continuación presentamos algunas muestras del prontuario injerencista y en ciertos casos delictivo, de cada uno de estos funestos personajillos:

John Maisto, era todo un veterano en operaciones encubiertas y de inteligencia (3): en Bolivia había asistido a la CIA en la captura y muerte del Ché Guevara; había trabajado en inteligencia en Colombia y Costa Rica; en Filipinas había ayudado a derrocar al presidente Marcos; en Panamá manejaba la sección política de la embajada que preparó la invasión de 1989, y en Nicaragua a principios de los 90 ayudó a desmantelar el gobierno sandinista después de la victoria tutelada de Violeta Chamorro. En Venezuela, antes del triunfo electoral de Chávez en 1998, la embajada estadunidense tenía tiempo financiando una campaña mediática en su contra y a favor del candidato Henrique Salas Römer, al que lograron imponer a todos los partidos de la derecha al final de la campaña, defenestrando a los otros candidatos que tenían más de un año accionando como tales.

Donna Hrinak, venía de prestar servicios como embajadora en la República Dominicana y en Bolivia, países en los que solía tratar a los presidentes latinoamericanos con un dejo patronal. Quizás por ello se le facilitó el solicitar una audiencia personal a Chávez a raíz de que éste condenase el bombardeo norteamericano contra Afganistán que produjese numerosas muertes de civiles, en la cual siguiendo instrucciones de su cancillería intentó exigirle que no fuera tan crítico con los Estados Unidos como solía serlo. Es harto conocido que Chávez la interrumpió diciéndole “Ud. está hablando con el Jefe del Estado. Respecto de su posición, Usted no se comporta de manera apropiada, por favor, retírese ahora”. Algunas fuentes han sostenido que Chávez le permitió leer el mensaje hasta el final, lo cual a mi juicio no demerita en nada la posición tan digna y valientemente sostenida.

Charles Shapiro, era elogiado por su trabajo como agregado militar en Chile mientras preparaba el derrocamiento de Salvador Allende y también se había destacado durante la “guerra sucia” contra las guerrillas salvadoreña y nicaragüense en la década de los 80; por ello Washington confiaba en él para lidiar con el “problema Chávez”. Llegó a Venezuela un mes antes del golpe de abril de 2002, el cual obviamente contribuyó a financiar y en el cual participó de manera directa como lo demuestran las grabaciones de algunas transmisiones de radio cursadas por los golpistas durante el desarrollo de las acciones, así como su presencia junto a sus agregados militares James Roger y Ronald Mac Cameron, al lado de los generales golpistas en “Fuerte Tiuna” (sede del Ministerio de Defensa) los días 11 y 12 de abril; siendo necesario hacer notar el propio 13 de abril acudió a Miraflores, junto al embajador de España en Caracas, Manuel Viturro de la Torre, para entrevistarse personalmente con el presidente de facto Pedro Carmona Estanga, después que éste derogara la constitución de 1999 y disolviera los poderes públicos constituidos. Una semana después, sin duda tratando de tender una cortina de humo sobre su participación en estos hechos, Shapiro solicitó una reunión con Chávez; estando reunidos, Shapiro le informó sobre una conspiración para asesinarlo. Chávez le preguntó: ¿Qué es lo que Ud. exactamente sabe acerca de la conspiración? ¿Quién está detrás? Deme los nombres: Shapiro se encogió de hombros y dijo: “Las instrucciones que recibí no tratan ese tipo de información”. Unos años después Chávez comentó con unos periodistas acerca de su conversación con Shapiro describiéndolo como un “verdadero payaso pero no un embajador”: “Teniendo a la CIA al FBI y a otras agencias, ellos declaran no tener más informaciones sobre el problema”.

William Brownfield, cuya carrera diplomática se inició en 1979 como vicecónsul en Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela, sede de importantes instalaciones petroleras, siendo un hecho comprobado que tradicionalmente todos los cargos en ese consulado son ocupados por agentes de la CIA o por funcionarios de inteligencia. Antes de ser asignado a Venezuela como embajador Brownfield participó en la preparación del denominado Plan Colombia y también supervisó las políticas relacionadas con Cuba en el Departamento de Estado. Aquí se dedicó intensamente a promover la secesión del Estado Zulia y estableció una sucursal de la embajada, no un consulado, en la ciudad de Maracaibo, ubicada en un costosísimo edificio. Es el autor de  un informe cifrado enviado desde la propia embajada, en noviembre de 2006, en el cual detalla cómo docenas de organizaciones no gubernamentales (ONG) de Venezuela reciben financiamiento del gobierno norteamericano por intermedio de la USAID y de la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI). En dicho informe, el embajador proponía la siguiente estrategia: fortalecer a las “instituciones democráticas”; infiltrarse en la base política de Chávez; dividir el chavismo; proteger negocios vitales para los EE.UU.; y aislar a Chávez internacionalmente. Siendo oportuno y necesario señalar que tal informe, fue divulgado apenas en abril de 2013, como producto de un trabajo de contrainteligencia y de desclasificación de archivos secretos por parte de Wikileaks (4).

Patrick Duddy, continuó con el derrotero de su antecesor, aunque de manera más moderada, ayudado por su mayor prudencia y bagaje intelectual. Durante su gestión la contrainteligencia venezolana recibió informes de que la embajada norteamericana estaba preparando una “sorpresa” para las elecciones regionales del 2008, que sin embargo fueron ampliamente ganadas por el chavismo. En el mes de agosto del 2008 Chávez le dio un plazo de 72 horas para abandonar el país, en un gesto de solidaridad con el gobierno de Bolivia, que había expulsado al embajador Philip Goldberg y había cerrado la embajada, una valiente decisión digna de ser emulada por el evidente éxito que ha tenido hasta el presente. A su regreso a Caracas después de nueve meses, se dedicó a prodigar jugosos financiamientos a los medios opositores de divulgación de noticias, según informes de Wikileaks, que además dan cuenta de su descontento y frustración por el bajísimo rendimiento de tales financiamientos.

Desde la salida de Duddy no hemos tenido embajadores sino encargados de negocios, los cuales no han sido menos injerencistas e irrespetuosos que los embajadores, como lo ha puesto en evidencia el penúltimo de ellos, de cuyo nombre no vale la pena acordarse, al hacer una solicitud de otorgamiento de acceso consular en favor de cinco ex altos funcionarios corruptos de nuestra empresa CITGO (filial de PDVSA que opera en territorio de EE.UU), alegando su supuesta nacionalidad estadounidense. En efecto, con la prepotencia y la estupidez que les es característica, el citado funcionario ha señalado: “… pedimos al Gobierno venezolano que lo haga de inmediato de conformidad con la Convención de Viena sobre relaciones consulares” (5), “olvidándose” muy convenientemente de que se trata de ciudadanos venezolanos por nacimiento que a lo sumo estarán detentando una doble nacionalidad, y que lo sustancial del asunto es que han sido imputados y privados de libertad por el Ministerio Público en virtud de la presunta comisión de gravísimos hechos punibles en contra del estado venezolano (6).
El actual encargado de negocios, de nombre Todd Robertson, a su llegada a Venezuela el pasado 18 de diciembre, intentando presentarse a sí mismo como “la tapa del frasco”, tuvo el tupé de transmitir a través de su cuenta Twitter que él había venido a Venezuela con la misión de que vuelva la democracia a nuestro país, dejando ver de manera implícita, con la arrogancia e insolencia que les es característica, que ha sido enviado por el gobierno de Donald Trump, para conspirar y tratar de derrocar al gobierno constitucional del Presidente Nicolás Maduro (7). El mismo funcionario, en una reunión sostenida con el canciller Arreaza y haciéndose eco de un comunicado del Departamento de Estado de fecha 14 de diciembre de 2017, ha pretendido ejercer una indebida presión para que se libere en forma inmediata a Joshua Holt, un terrorista convicto detenido en la residencia de su cónyuge (una vivienda popular construida por el gobierno revolucionario en el marco de la GMVV), en posesión de un amplio y variado arsenal de guerra, cuyo juicio por los delitos imputados por el Ministerio Público se había iniciado dos días antes; siendo oportuno apuntar que el citado Holt ha sido señalado por el Constituyente Diosdado Cabello como director de una red de espionaje gringa con alcance sobre toda Latinoamérica.

El summum del injerencismo de esta versión en negativo de Henry Kissinger encuadernada en rústica, ha tenido lugar a partir de una melosa entrevista que le hiciese la semana pasada el conocido “pitiyanqui” Pedro Pablo Peñaloza, para el escualidísimo medio digital www.runrun.es (8), tan cipaya y rastrera por parte del entrevistador y tan jactanciosa por parte del entrevistado, que no me resulta cómodo referirme a ella en detalle. Sólo mencionaré que el “diplomático” se dedicó a todo lo largo de ella: a proferir las amenazas de siempre; a jactarse de la efectividad de las sanciones impuestas y a preanunciar otras nuevas; a instigar a la FANB para que diese un golpe; así como a anunciar que él y su personal saldrán a la calle a hacer contacto con los miembros de la contrarrevolución, entre muchas otras acciones irrespetuosas e injerencistas. Para rematar respondiendo a la estupidísima pregunta de si tenía miedo a ser declarado persona no grata, de la siguiente forma: “No, no tengo ningún temor, no es una amenaza para mí”.

Es claro que en los actuales momentos no se trata de declarar persona no grata a este personaje, que rápidamente sería sustituido por otro de igual o peor calaña, sino de cortar por lo sano y ordenar la salida de todo el personal de la embajada norteamericana de una buena vez, pasando a manejar las mínimas relaciones que siempre sería necesario mantener con el imperio, a través de la embajada de un país amigo designado de común acuerdo.
Una medida de esta naturaleza, que podría parecerle drástica hasta a algunos camaradas bien intencionados, es a mi juicio cónsona con las únicas relaciones que pueden mantenerse con un país que, sin habernos declarado formalmente la guerra, nos tiene sometidos a una guerra no convencional en todas sus variantes: diplomática, mediática, económica, financiera, psicológica y cibernética, desde bastante antes que adviniese a la presidencia el camarada Maduro.

Una medida como la propuesta serviría para impedir o al menos dificultar en gran medida el apoyo logístico y financiero que actualmente y desde hace ya bastante tiempo viene prestando descaradamente el imperio a la contrarrevolución a través de su embajada, con base en la inmunidad diplomática.

Es por ello que en momentos como los que estamos viviendo, con un recrudecimiento apreciable de las acciones terroristas destinadas a sabotear nuestros principales sistemas prestadores de servicios públicos (hospitales, S/E eléctricas, centrales de comunicaciones y estaciones de los sistemas de transporte masivo), como las que han tenido lugar durante las últimas semanas  y ante los numerosos intentos de la contrarrevolución de iniciar una nueva escalada masiva de terror, en esta ocasión por vía de secuestros y asesinatos selectivos de personeros chavistas, una medida como la propuesta se hace inaplazable.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, febrero 26 de 2018

martes, 20 de febrero de 2018

El impacto adverso de una invasión a Venezuela sobre el imperio y sus aliados
Carlos E. Lippo

“Toda concepción nacida de la impaciencia y destinada a obtener una victoria rápida es solo un gran error;
fue necesario ganar miles de pequeñas luchas para convertirlas en una grandiosa victoria”
General Vo Nguyen Giap, gran líder de la epopeya vietnamita




Una de las primeras ocasiones en las que el Comandante Chávez señalase que la revolución bolivariana era pacífica y democrática mas no desarmada, fue el 13 de abril de 2003, en su discurso del acto de clausura del “Foro con la revolución” (1), evento internacional que reunió a dirigentes políticos y sociales venidos de los cinco continentes, celebrado en Caracas para conmemorar el primer aniversario de la victoria de la revolución bolivariana sobre los golpistas del 11 de abril de 2002.

En esa oportunidad señaló también que la misma frase ya la había pronunciado en una transmisión en cadena nacional de medios, en respuesta a un dirigente opositor que había dicho que a Chávez le iban a aplicar la fórmula que le aplicaron a Allende; y es que Chávez nunca se cansó de decir que lo lamentable de aquel proceso revolucionario liderado por Salvador Allende en Chile a comienzos de los años setenta, no es que haya sido pacífico y democrático, sino que estuviese desarmado.

Esta muy temprana advertencia de Chávez ha sido desoída tanto por el imperio como por sus títeres de la contrarrevolución venezolana, que llevan ya casi dos décadas tratando de defenestrar a la revolución bolivariana, subestimando de esta forma las potencialidades de nuestra unión cívico-militar; sin embargo, los jefes del pentágono tomaron tempranamente la previsión de no continuar vendiendo armas a Venezuela, así como la de obstaculizar la venta de cualquier artilugio bélico o sospechoso de serlo fabricado por cualquiera de sus aliados de la OTAN, como es el caso de la venta de unos aviones de transporte y unas lanchas patrulleras de doble propósito contratada con el gobierno español (2).

Es emblemático el caso de los incumplimientos contractuales derivados de la adquisición de los aviones F-16, comprados a EEUU en la década de los ochenta por medio de contratos que garantizaban el suministro de repuestos durante toda su vida útil, denunciado públicamente por el Comandante en noviembre de 2005, con las siguientes palabras: "Nos vendieron esos aviones y bien caros además, y ahora no les da la gana de vendernos los repuestos, retardan, mandan los repuestos que no son, cualquier tipo de artimaña para tratar de llevar nuestros aviones F-16 a la inoperatividad” (3).

Que la revolución bolivariana es una revolución armada es algo evidente a partir del hecho de que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), eje fundamental de la unión cívico-militar que la sustenta, logró liberarse casi desde sus inicios del tutelaje militar gringo y se mantiene accionando bajo su propia doctrina, que no es el caso de aquellos países de la región que aún se mantienen bajo el tutelaje militar gringo a través del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).  

También se evidencia a partir del actual equipamiento de la FANB, inspirado en su nueva doctrina y en aquel principio latino que establece: “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, que hace de ella, aunado a sus frecuentes ejercicios y maniobras, una de las de mayor apresto operacional de la región; siendo oportuno hacer notar que unos de estos ejercicios a ser realizados en unión cívico-militar,  las operaciones de defensa multidimensional integral del territorio nacional denominadas “Independencia 2018”, estarán celebrándose durante el sábado y el domingo de la presente semana (4).

Sólo a manera de referencia consideramos oportuno apuntar a continuación, algunas de las más relevantes características técnicas de la  FANB:

·         Una aviación que es considerada la más poderosa de la región latinoamericana desde el punto de vista técnico, por contar con 24 Sukhoi 30 MK2l.


·         Una armada equipada con unidades de origen estadounidense, italiano y español, que si bien no es la más poderosa de la región, ha incrementado el arrojo y la pericia marinera que hizo posible que en agosto de 1987 una simple patrullera pusiese en fuga a la corbeta colombiana Caldas, violadora de las aguas del Golfo de Venezuela, con sólo haberse mantenido navegando en su “cono de sombras”.

·         Un ejército de tierra conformado con más de 120.000 combatientes activos equipados con el rifle de asalto AK 103; con alrededor de 200 tanques rusos T-72BM1, de comprobada efectividad en la protección y defensa de áreas urbanas; y dotado del más poderoso sistema de defensa aérea de la región, desarrollado con la asistencia de Rusia y conformado por brigadas de misiles S-300 y de misiles antiaéreos Igla-S y Super Igla.

·         Unas Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), a las que habría que añadir las unidades de élite de igual naturaleza adscritas a la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y al Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN).

·         Una población civil organizada que es la mayor de la región y está adscrita a los siguientes cuerpos: La Milicia Nacional Bolivariana, conformada por más de 350.000 efectivos, equipados con el fusil automático ligero FN-FAL, de fabricación belga, en su gran mayoría, y con el fusil ruso Mosin-Nagant M91/30, en el caso de las milicias campesinas; los Cuerpos de Combatientes, conformados por unos 30.000 efectivos, trabajadores de instituciones y empresas; y las Unidades de Batalla Bolívar – Chávez (UBCh), unas 14.000 a nivel nacional, con una conformación promedio de 40 militantes cada una. Ante tamaño despliegue de población civil organizada y armada en favor de la revolución, consideramos pertinente formular la siguiente pregunta: ¿Cuántos gobiernos de la región, de los que más nos adversan, se mantendrían en el poder ante la presencia de unas fuerzas equivalentes en sus respectivos territorios?

Desde luego que el imperio debe tener pleno conocimiento de las características antes señaladas, hasta con un mayor grado de detalles, siendo ésta la única causa a juicio nuestro, de que no se planteen invadirnos en solitario, sino que persistan en la idea de conformar una fuerza multinacional para hacerlo; decimos esto basados en la opinión de John Pilger, famoso periodista australiano que ha actuado como corresponsal de guerra en conflictos tan álgidos como los de Vietnam, Camboya, Egipto, India, Bangladésh y Biafra, quien recientemente señalara: “… Washington sólo invade países indefensos, y Venezuela no está indefensa…” (5).

Entrando finalmente a considerar el impacto adverso que sobre el imperio habría de comportar una intervención militar de Venezuela, hemos considerado conveniente el comenzar a hacerlo a partir de los señalamientos más relevantes de un reciente artículo publicado en “Foreing Affair”, titulado en inglés What Would a U.S. Intervention in Venezuela Look Like?”: Risky, Expensive, and Counterproductive (6).
Siendo oportuno señalar que, como es sabido por muchos la citada revista es una publicación bimensual  del “Consejo de Relaciones Exteriores”, que es una organización estadounidense fundada en 1921, declarada sin fines de lucro, especializada en la política exterior y en los asuntos internacionales de los Estados Unidos, que cuenta entre sus miembros a políticos de alto rango, a más de una docena de exsecretarios de estado estadounidenses, exdirectores de la CIA, banqueros, abogados, profesores y figuras de los medios de comunicación.

Según nuestra traducción, el autor del citado artículo en su empeño por alertar sobre la inconveniencia de una intervención militar como la preanunciada por Trump en agosto pasado, señala de manera lapidaria y entre muchos otros argumentos, los siguientes: superar a los partidarios de Maduro y controlar las secuelas de la intervención requeriría una fuerza de alrededor de 200.000 personas: 20.000 más que la coalición liderada por los EE UU para invadir a Irak en el 2003; usar la fuerza contra Venezuela minaría los otros compromisos militares de los EE UU, presionando fuertemente sus finanzas y alejando a sus efectivos de problemas mucho más importantes para su seguridad, siendo poco probable que Trump y quienes apoyan una intervención comprendan el alcance de tales costos; es difícil predecir cuántas vidas y cuánto dinero se perdería en una intervención estadounidense, aunque las cifras no serían irrelevantes, especialmente si los EE UU invadieran Venezuela y luego tratasen de estabilizarla; el uso de la fuerza en Venezuela redirigiría la atención y el poder de los EE UU de los asuntos más importantes para su seguridad y colocaría una carga innecesaria en sus ya sobrecargados militares, en momentos en los cuales el Pentágono está ocupado gestionando operaciones en áreas desde Irak y Siria hasta el oeste de África y el mar del sur de China; y finalmente, si Corea del Norte o Irán creyesen que EE UU estaba preocupado con una operación en Sudamérica, esos estados podrían asumir riesgos que de otra forma no asumirían, amenazando los intereses de Estados Unidos en el noreste de Asia y Medio Oriente. Y añadiríamos nosotros, éstos serían sólo los costos de la invasión en materia militar.

En relación al impacto económico el mismo artículo señala que al interrumpir las actividades de la industria petrolera venezolana, una intervención militar estadounidense aumentaría los precios globales de los hidrocarburos. Añadiríamos nosotros que tal hecho es particularmente grave en una año como el 2018, en el cual EE UU si bien habría de alcanzar un record de producción (10 millones de barriles diarios), deberá importar casi la misma cantidad para desarrollar sus actividades productivas y de servicios, más unos 700 millones diarios adicionales para el mantenimiento de su reserva estratégica, una parte importante de la cual debería provenir de Venezuela; siendo oportuno recordar que al inicio de la invasión de Libia, en marzo de 2011, el precio del petróleo ascendió a valores extremadamente cercanos al máximo histórico de 120 US $/barril registrado en febrero de 2014 (7).

En materia política, el artículo de marras es enfático en señalar que una intervención militar tendría un alto costo para la influencia de los Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. Recurrir a la fuerza provocaría una reacción muy fuerte, incluso de los socios más cercanos de Washington, ya que al recordar a los estados de la región la historia de EE UU de intromisión en sus asuntos, Washington perdería su taimada imagen de buena voluntad y, con ello, la oportunidad de trabajar con ellos en asuntos que les importan a todos en el hemisferio, desde tratar el crimen transnacional hasta tratar de integrar la llamada “infraestructura energética de las Américas”.
El impacto adverso sobre los aliados del imperio, en especial sobre aquellos aliados regionales que se plegasen a su exigencia de integrar la fuerza militar invasora no sería menos terrible; dado que:

  • Las maltrechas economías de la mayoría de ellos, en especial las de aquellos que no son exportadores de petróleo como Méjico y Brasil, y la de Colombia que sólo exporta el petróleo que extrae de contrabando desde Venezuela, se verán fuertemente afectadas por el incremento global del precio de los hidrocarburos, por el incremento de sus propios gastos militares y por el inevitable quebrantamiento de los flujos de comercio regionales.

  • La extremadamente precaria paz interior de la mayoría de ellos, en especial la de Colombia actualmente en vías de ser reconstruida con base en los acuerdos de paz suscritos con las FARC, se vería seriamente comprometida, no siendo nada descartable que en ese vecino país surgiese una fuerza de retaguardia contra la invasión conformada por los combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los de los no menos de 12 frentes de las FARC que no se acogieron a dichos acuerdos.

  • A pesar de la desmesurada campaña mediática que ha llegado a alcanzar niveles realmente xenofóbicos en países como Colombia, Perú, Chile y Panamá, no es nada difícil que se produzcan en el seno de sus sociedades, corrientes de voluntarios para la defensa mediática y física de Venezuela, similares a las que con toda seguridad se habrán de producir en los países miembros del ALBA-TCP, agudizándose las contradicciones de clase que habrán de generar una polarización extrema a partir de la cual desaparecerían tanto los centros políticos como las llamadas “izquierdas light”, que siempre han sido oportunistas y vivido de fuentes occidentales.

En resumen, creemos que de perpetrar su inexorable invasión el imperio estaría en vías de generar un gigantesco Vietnam en nuestra región, sólo que esta vez mucho más cerca de sus fronteras de lo que sus estrategas militares lo pudieran desear. ¿Se arriesgarán a hacerlo nuevamente en esta oportunidad?

¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com

Caracas, febrero 20 de 2018

miércoles, 14 de febrero de 2018

¿Ha llegado la hora para que Venezuela solicite la ayuda de sus potencias amigas?
Carlos E. Lippo

“Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz”
José Martí





Es indudable que la reciente gira del secretario Tillerson por Méjico, Argentina, Colombia, Perú y Jamaica, estuvo bastante lejos de alcanzar los objetivos buscados. En efecto, los magros logros de esta gira urdida por la más alta dirección del imperio con el propósito declarado de consensuar la aplicación de nuevas sanciones a Venezuela en materia petrolera, sanciones que obviamente habrán de generar un impacto adverso sobre la mayoría de esos países cipayos, y al mismo tiempo volver a insistir en la conformación de una fuerza multilateral para intervenirla militarmente, volvieron a dejar a los “halcones” del imperio y a sus fans de la contrarrevolución nacional y mundial con los crespos hechos.

En apoyo a este señalamiento podemos citar unas palabras de Adolfo P. Salgueiro, uno de los más conspicuos ideólogos de la contrarrevolución venezolana, contenidas en un artículo titulado “Viaje de Tillerson, ¿éxito o fracaso?” (1), que de manera textual pasamos a citar a continuación: “De las declaraciones y conferencias de prensa ofrecidas por Tillerson y sus anfitriones durante el periplo se deduce algún grado de entendimiento, pero es evidente que todos los jefes de Estado visitados han sido sumamente cautos en comprometerse a nada que no sea el anuncio de su preocupación por la situación venezolana y la voluntad de cooperar en la búsqueda de una solución”.

Y es que en Méjico, uno de los “pesos pesados” de la región, a pesar de la sumisión y de la hipocresía con la que vienen actuando aquellos que ni siquiera alcanzan a ser hijastros de Juárez, Morelos, Pancho Villa, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas, el canciller Luis Videgaray ha dicho públicamente que “Méjico no respaldará ninguna opción que incite el uso de la violencia interna o externa para solucionar la crisis de Venezuela” (2). Mientras que en la Argentina, otro de esos “pesos pesados”, el canciller Faurie insistió en que antes de tomar medidas en torno a las ventas y el comercio del petróleo es esencial realizar un "monitoreo preciso" acerca de la intensidad de su impacto adverso sobre los países de la región (3). Resultando imposible dejar de tomar en consideración que en el Brasil, el mayor de los “pesos pesados”, que en esta ocasión no fue visitado por el magnate petrolero disfrazado de diplomático, su canciller Aloysio Nunes había expresado, en la ocasión en la que el vendepatria Ricardo Hausmann solicitase una intervención militar a comienzos de año, que la salida democrática para la crisis que atraviesa Venezuela no es una intervención militar, asegurando además que de darse este escenario, Brasil no enviaría tropas a Venezuela (4).

Sólo en Perú y Colombia, sus extremadamente corruptos narcogobiernos, convertidos por obra y gracia de su sumisión incondicional a los dictados del imperio en los auténticos enanos éticos de la región, tuvieron alguna acogida las propuestas imperiales y eso después de que Tillerson les asomase “el garrote” de cortarles la ayuda financiera para el “combate” a las drogas, adelantándose a satisfacer de manera expedita los deseos de su jefe Trump, quien al mismo tiempo que lo enviase a dar la cara por el imperio en esos países, dijese petulantemente como es su costumbre: “Quiero detener la ayuda” (5), después de que el comisario en funciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, Kevin McAleenan, le dijese que la cocaína provenía principalmente de Colombia y Perú, y que el tráfico se realizaba a través de México y América Central.

Pero tampoco en esos países los logros obtenidos por el imperio han sido para tirar sombreros al aire, ya que el Perú, si bien parece haberse apartado de la premisa de que los venezolanos deben resolver solos su “terrible situación”, las palabras con las cuales su cancillera Cayetana Aijovín inauguró la nueva doctrina no pudieron ser menos comprometedoras: “La situación de Venezuela ya no es una situación que solamente le compete a los venezolanos. Es una situación que ha generado crisis en la región” (6). Así mismo en Colombia, aparte de las manidas andanadas injerencistas de Santos en contra de Venezuela, sólo es de destacar unas extremadamente lacayunas palabras dirigidas al pichón de procónsul: "Compartimos los valores de la democracia y las libertades que nos dejaron los padres de nuestras respectivas patrias" (¡?); y más adelante: "Esperamos seguir trabajando con usted, con la administración del presidente Trump, para profundizar aún más nuestra gran relación, que más que de aliados y socios, es de amigos" (7). ¿En verdad será que este émulo del traidor Santander encuadernado en rústica ignora que EEUU no tiene amigos, sino intereses?

Sin embargo, el no haber logrado los objetivos asignados a la gira no significa en modo alguno que el imperio habrá de desistir ni siquiera temporalmente de su intención de invadirnos, sumando la mayor cantidad posible de los países cipayos de la región a esa terrible empresa y asegurándose al menos la neutralidad cómplice de los otros. Una serie de hechos protagonizados o promovidos por el imperio durante la última semana, que pasaremos a citar a continuación, así lo evidencia:
·         La orden de no firmar el “Acuerdo de Convivencia y Paz”, impartida a la dirigencia de la delegación opositora venezolana que estaba presente en República Dominicana para suscribirlo, según lo han atestiguado el presidente Danilo Medina y el expresidente Rodríguez Zapatero. Orden que según Jorge Rodríguez, jefe de la delegación del gobierno revolucionario fue transmitida desde Bogotá por Santos, Tillerson o por ambos, en ocasión de su reunión de fecha 06 de febrero (8).

·         La muy reciente visita del jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, Kurt W. Tidd, a territorio colombiano con la intención de reunirse con altos funcionarios civiles y militares de ese país, con el propósito declarado de concertar esfuerzos en la construcción de la paz y seguridad en la región (9), en momentos en los que ya sabemos perfectamente qué significa para los gringos la construcción de “la paz y seguridad de la región”.

·         Las órdenes impartidas por el imperio a los gobiernos cipayos de Colombia y Brasil, de incrementar la presencia de efectivos militares en los espacios fronterizos con Venezuela, diligente y vergonzantemente cumplida por ellos, como es público, notorio y comunicacional.

·         La presencia de efectivos del Comando Sur en la región de Tumaco (suroccidente de Colombia), el pasado domingo 11, con el propósito declarado de realizar maniobras con efectivos del ejército colombiano tendientes a contrarrestar “las amenazas de seguridad” en la zona, según lo declarase el almirante Tidd, al momento de señalar además desde su cuenta Twitter que Colombia "es un socio fuerte y de confianza" para los Estados Unidos (10).

·         Una reunión celebrada en Washington, en días recientes, entre Donald Trump y el más alto funcionariado del imperio, en la cual éste nos vuelve a amenazar abierta y descaradamente con una intervención militar (11).

·         La presencia comprobada de dos fragatas de guerra gringas, de las usadas para escoltar portaaviones en campaña, en aguas de la isla de Aruba, el pasado lunes 12 (12) y la presencia, que aún no hemos podido comprobar, de otra fragata de la armada de Holanda.

·         Una ilegal incursión en nuestro territorio de efectivos militares y policiales de Colombia, el pasado martes 13, en el sector La Mona, en Ureña, Estado Táchira, oportunamente repelida por efectivos de la FANB (13).

·         El retiro de la invitación a Venezuela para participar en la VIII Cumbre de las Américas, a celebrarse en Lima, Perú, a mediados de abril del presente año. Hecho acordado por esa cofradía de gobiernos cipayos que llaman el Grupo de Lima en su reunión del 13 de febrero (14), y que constituye nuestra exclusión ilegal y vergonzante del sistema interamericano, del cual estamos en proceso de desligarnos desde mediados del pasado año.

·         Unas medidas anunciadas por el departamento del tesoro gringo, el mismo martes 13 de febrero, destinadas a impedir que empresas petroleras norteamericanas se atrevan a contratar con nuestra estatal Petróleos de Venezuela S. A. (PDVSA) (15).

·         Una serie de atentados terroristas perpetrados en contra del Sistema Eléctrico Nacional, el último de los cuales ocurrió a primeras horas del día de hoy, dejando sin servicio densos sectores del Distrito Capital y el estado Miranda por más de tres horas (16); siendo absolutamente verosímil que dada la total desarticulación de la contrarrevolución local, hayan sido hechos planeados y financiados directamente por la embajada norteamericana.

La mayoría de estos hechos sirven de apoyo a nuestra hipótesis de que la intervención militar del imperio habría de tener lugar desde Colombia (17), a cargo de efectivos paramilitares o regulares del ejército colombiano junto a militares gringos, presentes ya en territorio colombiano en sus más de once bases militares y en el vecino territorio panameño. Sin embargo, su mayor aval lo constituyen unas muy recientes declaraciones de dos insignes venezolanos dotados de absoluta credibilidad y respeto: Roy Chaderton Matos, diplomático de amplísima trayectoria, ex embajador en Colombia y ex Representante Permanente en la OEA, y Tarek William Saab, ex Defensor del Pueblo y actual Fiscal General de la República.

Decía Chaderton, con el lenguaje punzante que le es característico cuando de defender la revolución se trata: “… el ‘Imperio’ está dispuesto a arriesgar la vida de hasta el último soldado colombiano”, en ese funesto empeño; señalando seguidamente “… pudieran entrar por el Sur del Lago, si no los atrapamos antes, cosa que si haremos porque tenemos calidad tecnológica, municiones y coraje” (18).

Por su parte, el Fiscal General, parco y preciso en el hablar como es su costumbre, aunque visiblemente emocionado, denunció las pretensiones que existen de agredir a Venezuela desde Colombia con las siguientes palabras: “… desde Colombia se está planeando reeditar épocas ya canceladas en la historia de la humanidad como lo es el bombardeo militar, la invasión militar, como lo es la ocupación a sangre y fuego de un país pacífico como Venezuela" (19).
Considero, al igual que el embajador Chaderton, que contamos con la capacidad tecnológica, las municiones y el coraje requeridos para rechazar al invasor colombiano, haciéndolo retroceder hasta el otro lado de la frontera, si es que hubiese logrado penetrarla; no obstante, siendo el caso el que la resistencia no es sólo contra ellos sino contra el imperio y las potencias de la OTAN, se trata de solicitar, sin ningún tipo de complejos el apoyo de las potencias amigas: Rusia y China, entre ellas.

Habiendo recibido el apoyo diplomático irrestricto de ambas naciones a lo largo de este larguísimo período de agresiones imperiales y contando con su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU en el caso de que la muy rudimentaria diplomacia gringa se atreva a solicitar, ahora en serio, el aval del máximo organismo planetario, estimamos que ello no es suficiente, sino que es necesario recibir una demostración tangible de que estarían dispuestos a apoyarnos en el terreno militar, más allá del alcance de los convenios de cooperación suscritos, si ello fuese necesario.

Ignoro, por obvias razones, si la solicitud de ayuda a la que me estoy refiriendo ya ha sido tramitada; en todo caso, propongo que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), en uso de sus atribuciones, se aboque a ir despejando los posibles obstáculos constitucionales que pudiesen limitar el que podamos recibir una ayuda militar como la que tan exitosamente hubiese prestado Rusia al heroico pueblo de Siria.  
"Es la hora de los hornos", dijo Martí.
¡Es la hora de los pueblos! ¡Es la hora del futuro! ¡Sin vacilar, Venceremos!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, febrero 14 de 2018