sábado, 21 de abril de 2018


Se está buscando acelerar el proceso de la intervención humanitaria en Venezuela
Carlos E. Lippo
"La milicia estadounidense ha advertido consistentemente que Siria no es Libia"
Mark Mardell, corresponsal de la BBC en Washington.




El grotesco e inútil bombardeo ejecutado sobre Siria por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido durante la madrugada del pasado sábado 14 de abril, sin aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que a priori lo define como ilegal por violatorio de la carta fundacional de la organización, parece haber llenado de euforia a la contrarrevolución venezolana, especialmente a aquella que “lucha a brazo partido” desde la comodidad de un teclado, aquí o desde Estados Unidos España, Colombia o cualquier otro lugar del planeta, a la que se le hace agua la boca y se frota las manos pensando que algo similar pudiese ocurrir con Venezuela.
Sostenemos que el bombardeo ejecutado por la coalición de los tres miembros de la OTAN, que son a su vez miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, fue una acción grotesca, con base en los siguientes hechos:

·         Como si fuese una gran hazaña bélica, el bombardeo fue anunciado por la Casa Blanca, con bombos y platillos, días antes de ser ejecutado aunque como es su costumbre, posteriormente lo negaran; y es que el propio emperador Trump, convencido de la derrota que experimentaría en la VIII Cumbre de las Américas en el caso de solicitar el apoyo para una intervención militar en Venezuela, optó por no ir a tal evento alegando que tenía que quedarse en casa para “supervisar” los bombardeos (1).

·         A menos de 24 horas de ejecutarlo, James “perro rabioso” Mattis, el propio jefe del Pentágono dijo ante el senado norteamericanos que ellos no tenían ningún indicio de que el supuesto ataque con armas químicas que se pretendía castigar, hubiese sido perpetrado por las fuerzas de Al Assad (2), mientras los reyezuelos de las otras dos potencias agresoras, Theresa May y Emmanuel  Macron, que si decían tener pruebas, se desvivían por mostrarlas aunque nunca lo hicieron.

·         La infame acción fue perpetrada mientras existían serias dudas expresadas por la cancillería rusa (3) de que el supuesto ataque químico de Duma hubiese sido perpetrado por las fuerzas de Al Assad o que simplemente éste hubiese ocurrido y no fuese un montaje como posteriormente se demostró que lo era, por medio de varios videos grabados por supuestas víctimas del hecho (4).

·         El alevoso ataque fue perpetrado antes de que inspectores de la OPAQ (Organización para la prohibición de Armas Químicas) asignados por la ONU para investigar el caso comenzaran su trabajo (3); siendo oportuno señalar que después de efectuada la investigación no encontraron ninguna muestra  que les indicara la presencia de las supuestas armas químicas, ni mucho menos las declaraciones de las supuestas víctimas, poniendo en evidencia a los mandatarios de EE.UU., Inglaterra y Francia como los auténticos canallas que son.

·         El ominoso bombardeo que simplemente pasará a la historia como un “falso positivo” más, del mismo corte que la falsa denuncia de la presencia de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Hussein, que sirviese de pretexto para destruir a Irak, sólo se salvó de ser rechazado en el Consejo de Seguridad de la ONU por proposición de Rusia, debido a la infausta presencia como miembros temporales de dos sumisos miembros de la OTAN (Polonia y Países Bajos) y uno que está pujando por serlo (Suecia) así como de dos de los países más cipayos del planeta (Perú y Kuwait), que sumados a los votos de los tres miembros permanentes involucrados, hicieron posible obtener la mínima votación requerida de ocho votos.

Nos atrevemos a decir que fue un bombardeo totalmente inútil desde el punto de vista de los objetivos que sus autores le asignaron, por las siguientes razones:

·         Por haber sido exitosamente repelido por el heroico ejército sirio, que logró derribar 71 de los 103 misiles disparados por la alianza atlántica (3), y ello sin contar con sistemas de armas modernos como los S-300 de los que dispone nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), pues es ahora cuando Rusia ha hablado de la posibilidad de suministrárselos.

·         Por no haber quebrantado en lo más más mínimo la férrea voluntad de resistir del heroico pueblo sirio, que cuando dejaron de caer los misiles salió jubiloso a las calles a testimoniar que seguía en pie de lucha, apoyando irrestrictamente al gobierno revolucionario.

·         Porque en el mejor de los casos, con tanto riesgo como el que corrieron, de precipitar al mundo en una atroz y terminal conflagración mundial, sólo alcanzaron a darle un respiro momentáneo a sus mercenarios, que a no dudarse pronto habrán de ser desalojados totalmente del territorio sirio.

Decimos que la contrarrevolución está buscando acelerar una intervención militar “humanitaria” en nuestro país, similar a la de Siria, a causa del tratamiento absolutamente apologético que han dado a dicho bombardeo: www.venepress.com, www.prodavinci.com, www.runrún.es y www.panampost.com, que son sin duda alguna sus portales web más “exquisitos”.
Una constante que se observa en todos ellos es que han dejado de lado el asqueroso eufemismo según el cual la “intervención humanitaria” del imperio como la que ellos llevan años solicitando, habría de ser un generoso reparto de alimentos y medicinas, casi en medio de unos coloridos juegos florales, para pasar a justificarla como lo que realmente es: una intervención militar con todos los hierros.

Es así que el portal panampost.com publica una entrevista con el abogado internacionalista Mariano de Alba (5), quien como un novísimo descubridor del agua tibia dice que aunque dicho ataque no ha sido legal, ya que para serlo ha debido ser aprobado previamente por el Consejo de Seguridad o ser un caso de legítima defensa, según su criterio fue sin embargo una acción “moralmente correcta”. ¡Asombra verdaderamente, ver tanta “sapiencia jurídica” desbordada!
Finalmente, este “genio” de la juridicidad internacional remata diciendo que  efectivamente una intervención humanitaria en Venezuela podría tratarse también de una acción “moralmente correcta”; para seguidamente lanzar esta perla: “Lo que por el momento priva a Estados Unidos, es un tema presupuestario y que no quiere enfrentarse con el resto de los gobiernos de la región, que no están de acuerdo con ninguna intervención en Venezuela”.
El portal venepress.com pretende llegar mucho más lejos y es uno de sus más conspicuos articulistas, quien de la mano de Michael Walzer, el filósofo y profesor de Harvard, reputado “justificador teórico” de las intervenciones militares gringas, inicia un artículo diciendo lo siguiente: “Una intervención humanitaria es una intervención militar que se justifica por sus propósitos o intenciones humanitarias. A diferencia de la ayudas humanitarias que son solicitadas por gobiernos que cooperan con todos los recursos disponibles para su distribución, las intervenciones son ejecutadas contra la voluntad de los gobiernos quienes usan todas las fuerzas a su alcance para impedirlas” (6). Para proseguir con un farragoso discurso que convenientemente deja de lado a Walzer cuando éste plantea cosas como que una intervención moralmente justificada requiere de “La ausencia de intereses personales por parte del Estado que va a encabezar la intervención, así como de cualquier otro que pretenda unirse y participar en ella”; así como que “El objetivo de una injerencia no es, por tanto, apoyar las aspiraciones de una comunidad que pretende emanciparse, ni contrarrestar una intervención previa dentro de un conflicto, sino detener un comportamiento que conmueve la conciencia de la humanidad: fundamentalmente supuestos de masacre o esclavitud” (7). Requisitos ambos que jamás podrían ser cumplidos por una intervención gringa en Venezuela cuyo evidente propósito sería apoderarse de nuestros hidrocarburos y demás recursos minerales de carácter estratégico, así como llevar al poder a los nacionales vendepatria capaces de garantizarles semejante despojo.

Coincidiendo con estos representantes de la contrarrevolución, que ahora escriben liberados de todo tapujo, debo reiterar que los gringos no nos han invadido todavía porque no teniendo el valor necesario para hacerlo solos, no han conseguido apoyo ni siquiera entre los gobiernos más incondicionales del tristemente célebre “Grupo de Lima” y que la invasión habrá de tomar la forma de una “intervención humanitaria”.

El primero de los supuestos ha recibido una nueva y siempre útil comprobación en lo confiado por Evo Morales a Walter Martínez en una vibrante entrevista para el programa “Dossier” (8) del pasado 17 de abril, en relación a que en la reciente Cumbre de las Américas se le acercó un presidente latinoamericano, acompañado de otro, para decirle que Trump había solicitado a cuatro presidentes latinoamericanos que intervinieran militarmente en Venezuela, en septiembre pasado, días después de que en agosto nos amenazase con una intervención militar. El segundo de los supuestos deriva de que sería ésta la única forma de intentar cualquier tipo de justificaciones ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin entrar a analizar el hecho de que la negativa de los gobiernos latinoamericanos compelidos a acompañar a los gringos en esta aventura pueda ser un hecho inmutable en el tiempo, debo decir que existe un gobierno que aparte de quejarse lastimeramente como es su costumbre cuando es pillado en falta, no está en posición de negarle absolutamente nada a los gringos, cual es el gobierno burgués colombiano. Por ello es que debo reiterar por enésima vez que la intervención militar del imperio habrá de iniciarse por la frontera colombiana.
El hecho de que Colombia deba ir a elecciones en el próximo mes de mayo, que a juicio nuestro lamentablemente habrán de decidirse a favor de la ultraderecha en una primera vuelta, nos otorga una especie de moratoria de la invasión hasta que el nuevo gobierno se instale.

Sin embargo, responsablemente considero necesario alertar sobre las posibles implicaciones de la participación de la fuerza aérea colombiana conjuntamente con la estadounidense, entre el 13 de julio y el 03 de agosto, en el ejercicio aéreo “Red Flag” 2018 (Bandera Roja), que es un ejercicio avanzado de entrenamiento de combate aéreo que se lleva a cabo en la Base Aérea de Nellis (Nevada) y en la Base de Eielson (Alaska), que a decir de la página militar colombiana http://www.webinfomil.com, este año contempla una simulación de combate global contra las fuerzas de una gran potencia (Rusia, China o Irán), en un hipotético teatro de operaciones en el cual no esté disponible la señal de GPS (9). Porque es que la guerra avisada también mata soldados.
¡A emular el heroísmo del glorioso hermano pueblo de Siria!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, abril 21 de 2018

sábado, 14 de abril de 2018


De cómo Gran Bretaña nos despojó de la Guayana Esequiba con la ayuda del imperio
Carlos E. Lippo
"El sol de Venezuela sale por el Esequibo"
Consigna de la FANB





Con arreglo al conocido principio del “Utis Possidetis Juris” (del latín: "como poseías de acuerdo al derecho, poseerás"), la constitución venezolana de 1830, promulgada una vez desintegrada “La Gran Colombia”, establecía que el territorio del Estado de Venezuela, nombre que se daba por aquellos días a la actual República Bolivariana de Venezuela, comprendía todo aquel que hasta 1810 se denominó Capitanía General de Venezuela; estando plenamente establecido que la mencionada entidad colonial limitaba por el este con la Guayana Holandesa, sirviendo de frontera natural entre ambos territorios, el río Esequibo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el océano Atlántico. En prueba de lo anterior es posible señalar que existe un mapa publicado en Londres en 1810, en el cual se muestra el territorio de la Guayana venezolana y el de la holandesa, teniendo como línea fronteriza el río Esequibo; el interés del citado mapa se centra en que fue editado en una época en la cual Gran Bretaña no tenía oficialmente ninguna propiedad sobre estos territorios y desde luego, en el hecho nada desestimable, de que el mapa fue publicado en Londres.

Sin embargo es el caso que en junio de 1803, Gran Bretaña invade la región situada entre los ríos Esequibo y Demerara y se mantiene allí por la fuerza hasta que el 13 de agosto de 1814 logra firmar el Tratado de Londres, mediante el cual Holanda se ve obligada a ceder sus establecimientos de Demerara, Esequibo y Berbice, con una extensión aproximada de 51.700 kilómetros cuadrados. Con estos tres territorios cedidos por Holanda, todos ellos situados al este del río Esequibo se conforma la "Guayana Británica" el 31 de julio de 1831. Resulta totalmente claro entonces que Gran Bretaña no tenía ni nunca ha tenido posesión alguna al oeste del río Esequibo.

En marzo de 1845, al reconocer España la independencia de Venezuela, se firma un tratado mediante el cual la antigua metrópoli reconocía que el territorio venezolano era el que tenía la Capitanía General en el año de 1810, incluyendo allí la Provincia de Guayana, que limitaba al este con el río Esequibo; territorio que Gran Bretaña estaba obligado a respetar, por extensión del tratado de Utrecht de 1713, en el que ella se había comprometido a respetar la integridad de los territorios españoles en América.
Pero como ningún imperio respeta sus compromisos, un joven naturalista prusiano de  nombre Robert H. Schomburgk, que es enviado por el gobierno británico a explorar y delimitar las posesiones holandesas cedidas a los británicos por el Tratado de Londres de 1814, asigna unos 4.920 Km2 de territorio venezolano al oeste del Esequibo, a la Guayana Británica; despojo que es incrementado en años subsiguientes, llegando a unos 141.930 Km2 en 1840, siendo necesario agregar que tal despojo es apuntalado con la colocación de postes en sitio y la publicación de nuevos mapas.

A pesar de las protestas oficiales de Venezuela y de su propuesta de suscribir un acuerdo de límites, los abusos del imperio británico continúan y a partir de la muerte del prusiano Schomburgk en 1865, todas las alteraciones a los mapas de la región son efectuadas por el propio gobierno británico; de manera que para 1877 aparece uno de esos mapas adulterados que incluía ya unos 167.830 Km2 de tierra venezolana y para intentar legalizar el fraude, en junio de 1886 se ordena rectificar la frontera de acuerdo a ello y destruir las copias de los anteriores mapas.
Venezuela se mueve entonces en la dirección de solicitar un arbitraje internacional para intentar solucionar el conflicto límites, a lo que se niega el imperio británico en múltiples oportunidades.
La negativa de los británicos a someter la cuestión a arbitraje obedece sin duda alguna a que se sabían sin derechos legales para apoyar sus espurias pretensiones, tal como se desprende de estos fragmentos del contenido de un memorándum del ministerio del exterior inglés, firmado por Sir E. Hertslet: "… yo diría que nosotros no podemos presentar el caso a arbitraje ni siquiera con pequeñas esperanzas de éxito, dadas las contradictorias líneas que hemos reclamado, presentadas en los mapas públicos ingleses...” y “… ha de considerarse que el argumento basado en razones de estricto derecho no tiene salida alguna".

Previendo que más temprano que tarde tendrían que someterse a un arbitraje, los ingleses se disponen a usurpar más territorios venezolanos y es en el desarrollo de esta ilegal política que toman por la fuerza las Bocas del Orinoco en el año 1884. Oportuno es reiterar que fuera de estas ocupaciones ilegales, Gran Bretaña no tenía ninguna posesión efectiva al oeste del río Esequibo, como así lo demuestran los escritos de connotados hombres de ciencia británicos de la época tales como: Mr. C. Barrington Brown, geólogo del gobierno inglés, en 1875; Sir Clements R. Markham, en 1876; Mr. Thurn, que los leyó en la Real Sociedad Geográfica de Londres en 1892; así como Mr. Rodway, que los publicó en un manual editado en 1893.
También es oportuno señalar que en el marco de su accionar para intentar repeler lo que a todas luces era una invasión de los británicos, el gobierno venezolano  invocó en mayo de 1887 la aplicación de la Doctrina Monroe, a pesar de que tres años antes el gobierno estadounidense había manifestado que no consideraba procedente su aplicación en un caso como el de Venezuela, decisión que encierra una flagrante contradicción, pero que tenía un funesto precedente en el caso de la invasión británica a Las Malvinas Argentinas, en 1833.

El continuado avance del invasor inglés y su renuencia someter a arbitraje la delimitación de las fronteras obligó al gobierno venezolano de la época a romper las relaciones diplomáticas con el imperio británico en febrero de 1887 pero a pesar de ello, los ingleses ocupan la margen derecha del río Cuyuní en 1894.
Finalmente, en febrero de 1897, los gobiernos de los Estados Unidos de Venezuela y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, firman un acuerdo, por el cual ambos países consienten en arreglar, amistosamente, el problema de límites entre Venezuela y la Guayana Británica.

Para tal fin, sometieron la disputa a un arbitraje, siendo necesario señalar que el tribunal arbitral, propuesto por el gobierno de los Estados Unidos, quedó integrado por: dos jueces norteamericanos; dos jueces británicos; y un quinto juez, de nacionalidad rusa, harto conocido por su dependencia del alcohol, que fue nombrado presidente. ¿Cómo podría administrar justicia un cuerpo colegiado como éste, en el cual al menos dos de sus miembros son manifiestamente jueces y partes?

Tan agobiado estaba nuestro país ante las presiones de los dos colosos, que decide nombrar como abogados para que nos asistieran ante el tribunal arbitral, a un grupo de personalidades del foro angloamericano, entre los cuales se encontraban Benjamín Harrison, ex presidente norteamericano Severo Mallet-Prevost. De nada sirvieron los alegatos y contra-alegatos de este brillante cuerpo de juristas; el 3 de octubre de 1899, en Paris, los jueces en forma totalmente arbitraria sentenciaron a favor de Gran Bretaña, permitiéndole usurpar 159.500 Km2, territorio que abarcaba, y abarca, nuestra Guayana Esequiba.

Es imprescindible hacer notar que Benjamín Harrison, al iniciar su exposición de los argumentos venezolanos, afirmó enfáticamente que "le era difícil convencerse que cualquier inglés pudiera servir de árbitro imparcial en un asunto en que se tratase de la soberanía sobre tierras reclamadas por Inglaterra como suyas"; así como también que el abogado Severo Mallet-Prevost, en su testamento señaló, como muestra inequívoca del flagrante despojo del que fuimos víctima:  “Si bien es cierto que en la decisión el tribunal le dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde el punto de vista estratégico, como lo es la desembocadura del Orinoco, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante, sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de derecho”.

Ante la presión generada por la ONU a causa de una reclamación hecha por Venezuela en 1962, Gran Bretaña accede a reunirse con Venezuela y ambos gobiernos suscriben el 16 de febrero de 1966 el llamado “Acuerdo de Ginebra”, que declara nulo e írrito el “Laudo Arbitral de Paris” y establece que se designaría una comisión mixta que debía actuar durante cuatro años y presentar informes a ambos gobiernos cada seis meses. Si al cabo de los cuatro años no se llegaba a una solución satisfactoria del problema, éste debía resolverse por los medios pacíficos previstos en la Carta de las Naciones Unidas.

Sabiendo que le sería imposible demostrar la titularidad sobre un solo centímetro cuadrado de los territorios usurpados, la corona británica opta por conceder la independencia a la Guayana Británica, creando la República de Guyana, adscrita por supuesto a la Comunidad Británica de Naciones. Tres meses y nueve días después de la firma del "Acuerdo de Ginebra", la colonia inglesa Guayana Británica, que es parte del tratado, conjuntamente con Venezuela y el Reino Unido, se independiza. Ese mismo día, 26 de mayo, el Gobierno de Venezuela le otorga su reconocimiento, pero haciendo clara reserva de su reclamación de la Guayana Esequiba, en los siguientes términos: el reconocimiento "que Venezuela hace del nuevo Estado de Guyana, no implica por parte de nuestro país renuncia o disminución de los derechos territoriales reclamados, ni de ninguna manera afecta los derechos de soberanía que se desprenden de la reclamación surgida de la contención venezolana de que el llamado Laudo Arbitral de París de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica, es nulo e írrito”.

Es más que evidente que se trataba de una “independencia” que buscaba desviar la atención del “Poderoso Imperio Ingles invadiendo un territorio venezolano”, para colocar el asunto limítrofe en manos de “débiles colonos libres”, aunque sometidos a la autoridad de la reina de Inglaterra, quien es a todo efecto su jefe de estado.
La nueva República de Guyana, trató de evadir la negociación y de obstaculizar las gestiones, según lo establecido en el “Acuerdo de Ginebra”; por esta razón y por considerar que el momento no era propicio para la aplicación del mismo, en 1970 Venezuela negoció y suscribió con Guyana el denominado “Protocolo de Puerto España”, el cual acordó en ese momento congelar las negociaciones entre ambos países por un lapso de doce años.
En diciembre de 1981, el gobierno de Venezuela anunció al gobierno de Guyana su decisión de no seguir aplicando el “Protocolo de Puerto España”, el cual cumplía los doce años el 18 de junio de 1982. En consecuencia, la controversia volvió nuevamente a regirse por el “Acuerdo de Ginebra” y por los medios de solución pacífica de la Carta de las Naciones Unidas.
Con apego a dicho acuerdo, Venezuela propone iniciar negociaciones directas entre ambos países, pero Guyana se niega  proponiendo tres opciones: Asamblea General de la ONU, Consejo de Seguridad o Corte Internacional de Justicia; Venezuela rechaza estas opciones.
Siempre dentro del espíritu del “Acuerdo de Ginebra”, Venezuela propone y Guyana acepta, el método de los “Buenos Oficios”, que se mantiene vigente hasta el 2014, bajo la conducción de tres “buenos oficiantes diferentes”, designados de común acuerdo por ambas naciones.

Es necesario y oportuno apuntar que la República Cooperativa de Guyana, bajo la evidente tutela del gobierno del Reino Unido, no sólo ha tratado de hacer fracasar cualquier iniciativa de arreglo enmarcada en el “Acuerdo de Ginebra”, sino que lo ha violado flagrantemente en lo atinente a no otorgar concesiones de exploración y explotación en los territorios en reclamación desde 1993; siendo prueba evidente de ello: las otorgadas en 1999 a las empresas petroleras CGX Energy, Exxon Mobil, Shell y Anadarko, para exploración y explotación costa afuera y la concedida en el 2000 a la Beal Aerospace Technologies Inc., para la construcción de una base para el lanzamiento de satélites. Todas ellas rechazadas por Venezuela por medio de los medios diplomáticos establecidos.

Pero las actividades derivadas del otorgamiento ilegal de concesiones por parte de Guyana se mantienen, produciéndose en el 2013 una incursión ilegal en aguas jurisdiccionales venezolanas del buque de investigación oceanográfica RV Teknik Perdana, que al ser apresado por las autoridades genera una injustificada protesta por parte de Guyana. También se incrementan en el 2014 las actividades del Prospector, de la empresa CGX Energy, para realizar estudios geológicos en el bloque Demerara; así como las del buque Deepwater Champion en el bloque Stabroek, ilegalmente adjudicado a las empresas Exxon Mobil y Shell, la primera de las cuales ha anunciado el descubrimiento de un muy importante yacimiento en la zona.

En el 2015 se llevan a cabo las elecciones generales en la República Cooperativa de Guyana, resultando ganador, con el apoyo de Estados Unidos, el candidato de la oposición David Arthur Granger, un militar formado en las escuelas gringas, una de cuyas primeras acciones como presidente electo fue visitar la plataforma petrolera Deepwater Champion de la Exxon Mobil. Ese mismo año ante las reiteradas negativas de Guyana de ponerse de acuerdo para nombrar un nuevo oficiante, Venezuela solicita a Ban Ki-moon la convocatoria de Guyana para proceder a nombrarlo de común acuerdo.

En enero del 2018 Antonio Guteres, nuevo secretario general de la ONU que estuviese desempeñándose como buen oficiante desde la salida de Ban Ki-moon recomendó acudir a la Corte Internacional de Justicia, algo que fue denunciado por Venezuela por constituir una extralimitación de sus funciones así como una violación del “Acuerdo de Ginebra”.

Señalando apoyarse en esa recomendación es a finales de marzo del mismo 2018, Guyana introdujo unilateralmente una solicitud para dilucidar el conflicto ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, contando para ello con el apoyo financiero, público y notorio y comunicacional, de la Exxon Mobil (1); solicitud que según el comunicado emitido oportunamente por nuestra cancillería violenta el preámbulo del “Acuerdo de Ginebra” de 1966, el cual establece, taxativamente, que la controversia debe ser “amistosamente resuelta en forma que resulte aceptable para ambas partes”, al mismo tiempo que vulnera su Artículo I, dado que no conduce a “soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia”. En otro aparte dicho comunicado a la vez que insta al gobierno de Guyana a retomar la senda del Acuerdo de Ginebra, le señala enfáticamente que recurrir al arreglo judicial para dirimir la controversia, resulta inaceptable, estéril e inaplicable, dado que la República Bolivariana de Venezuela no reconoce como obligatoria la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, y en este sentido, ha sido siempre consecuente con su posición histórica de hacer expresa reserva o no ser signataria de ningún instrumento jurídico internacional que contenga cláusulas compromisorias que otorguen jurisdicción obligatoria a la referida Corte.

El conflicto se mantiene pendiente y resulta imposible dejar de considerar que los últimos movimientos de Guyana constituyen una manifestación más del ilegal y terrible asedio que el imperio norteamericano y sus aliados de la OTAN tienen montado a la Revolución Bolivariana.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
celippor@gmail.com
Caracas, abril 14 de 2018

lunes, 9 de abril de 2018


¡Alerta con lo que pueda salir de la VIII Cumbre de las Américas en perjuicio de Venezuela!
Carlos E. Lippo

“La OEA es el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos”
Raúl Roa, primer canciller de la Revolución Cubana




Es un hecho comprobado que la Organización de Estados Americanos (OEA), desde su propia creación en 1948 como instrumento de la Doctrina Monroe, ha a poyado, ya sea por acción o por omisión, todas las intervenciones militares que el imperio ha perpetrado sobre los países latinoamericanos; y ello a pesar de que siempre ha tenido entre sus postulados básicos el principio de no intervención de ningún estado en los asuntos internos de otro.

Para poder apoyar abiertamente al imperio en sus invasiones creó el mecanismo de la intervención militar multinacional y en prueba de ello podemos citar como ejemplos los siguientes casos: la invasión a Guatemala, en junio de 1954; el bloqueo naval a Cuba, en octubre de 1962; un proyecto invasor norteamericano, formulado mas no ejecutado, con el propósito de intervenir militarmente en Venezuela en noviembre de 1962; y la invasión a la República Dominicana, en mayo de 1965.

Entre los principales casos en los cuales este ministerio de colonias gringo, de manera vergonzante ha volteado a mirar para otro lado mientras las tropas imperiales perpetraban la invasión, podemos citar los siguientes casos: Granada, en octubre de 1983, con una fuerza invasora de 1900 infantes de marina, desplegados con el propósito de apoyar a los golpistas que derrocaron y asesinaron al primer ministro Maurice Bishop, acusado de promover la propagación del comunismo; Panamá, en diciembre de 1989 cuando más de 26 mil soldados estadounidenses dotados con recursos de artillería pesada de última generación, las criminales municiones de uranio empobrecido entre ellos, invadieron por tierra y mar a Panamá con el propósito declarado de hacer preso al general Manuel Antonio Noriega quien era requerido por la justicia norteamericana por presuntos delitos de narcotráfico (1); Haití, en 1994 para devolver el poder al presidente legítimo Jean-Bertrand Aristide; Haití, en el 2004 para expulsar a Aristide del poder; y Haití, en el 2010 con pretendidos propósitos humanitarios a raíz de un terrible terremoto. Siendo oportuno y necesario señalar que estas invasiones a Haití fueron previamente aprobadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Por considerarlo imprescindible y de gran interés para poder desarrollar el tema que nos ocupa, pasaremos a describir en detalle los casos en los cuales la OEA apoyó las invasiones de manera más o menos abierta:

·         Guatemala, 1954
Jacobo Arbenz Guzmán, un militar de brillante carrera que fue electo presidente en 1950, entró en curso de colisión con el imperio por haber instaurado una efectiva política de reforma agraria y haber nacionalizado a la United Fruit Co. (UFCO), un “gigante bananero” de profundas vinculaciones con la CIA y el departamento de estado.
La decisión de apoyar la invasión fue tomada en la X Conferencia Interamericana celebrada en Caracas entre el 01 y el 28 de marzo de 1954, aunque lo que realmente se sometió a votación y fue aprobado en esa instancia, con el voto en contra de Guatemala y las abstenciones de Méjico y la Argentina, fue una condena al comunismo internacional y una convocatoria a una Reunión de Consulta de Cancilleres para la adopción de medidas concretas.
En una de las sesiones celebrada en el Aula Magna de la recién inaugurada Universidad Central de Venezuela (UCV), John Foster Dulles, secretario de estado, antiguo abogado de UFCO y hermano de Allen Dulles, socio de la misma empresa y director de la CIA, no tuvo el menor empacho en golpear la mesa con el puño para arrancar la bendición del organismo para perpetrar la invasión, que recibió el decidido apoyo de los dictadores de entonces en: Venezuela (Marcos Pérez Jiménez); República Dominicana (Rafael L. Trujillo); Nicaragua (Anastasio Somoza) y Honduras (Manuel Gálvez), quienes aportaron recursos humanos y materiales, así como campos de entrenamiento, emisoras de radio y aeropuertos a la que llamaron “Operación Guatemala” (2).
Laureano Vallenilla Lanz, a la sazón ministro de relaciones interiores de Venezuela, ofrece un testimonio de excepción en relación a lo dicho en el párrafo anterior, al señalar que en un almuerzo privado en la embajada de los Estados Unidos en Caracas al cual asistió por invitación de John Foster Dulles, comprometió a Venezuela con el aporte de un avión DC-3, que sería entregado por conducto del dictador Somoza (3) y que como explicaremos más adelante, tuvo una importante participación en el desarrollo de la invasión.
La operación que posteriormente se supo que tuvo el nombre clave de “Operación PBS-Success”, fue autorizada por el presidente Dwight Eisenhower y ejecutada a través de la CIA consistió básicamente en: una amplísima campaña de desprestigio nacional e internacional, con participación protagónica de la jerarquía eclesiástica guatemalteca; una serie de bombardeos sobre objetivos definidos como tanques de combustible y de ametrallamiento de civiles, ejecutada por efectivos militares gringos con total impunidad puesto que Guatemala carecía de fuerza aérea; y una invasión de mercenarios hondureños y efectivos del ejército gringo, comandados por el coronel Castillo Armas, quienes se concentraron en una hacienda de la UFCO ubicada en la frontera hondureña a la espera del momento oportuno para entrar en acción.
La desolación creada por los bombardeos, en la mayoría de los casos,  y el soborno en otros casos hizo que las tropas que debían defender el gobierno se entregaran sin combatir; Jacobo Arbenz entonces renuncia y sale de Guatemala. Es oportuno señalar que Inició su discurso de renuncia con las siguientes palabras: “Desde hace quince días se ha desatado una guerra cruel contra Guatemala, de la cual aparentemente no hay ningún gobierno responsable. Esto no quiere decir que no sepamos quién ha desatado la agresión contra nuestra querida patria. La United Fruit Company, los monopolios norteamericanos, en connivencia con los círculos gobernantes de Norteamérica, son los responsables de lo que nos está ocurriendo”.

·         Bloqueo Naval a Cuba en Octubre de 1962
El 23 de octubre, una vez anunciado  el bloqueo naval norteamericano de Cuba, tras haber demostrado la instalación de bases de misiles balísticos soviéticos de medio rango en la isla, se reunió el Órgano de Consulta de la OEA, ante la insistencia de los Estados Unidos, de discutir una resolución que respaldara dicho bloqueo. La participación en el bloqueo fue aprobada ese mismo día por 17 votos a favor, ninguno en contra y una abstención (Uruguay). La resolución exigía el desmantelamiento inmediato y la retirada de las armas con capacidad ofensiva de Cuba y recomendaba que los estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la paz y la seguridad del continente (5)
Según Edwin Lieuwen, un antiguo funcionario gringo muy amigo de Rómulo Betancourt, “Nueve naciones latinoamericanas adoptaron actitudes de cooperación: Argentina ofreció dos destructores; Honduras y Perú ofrecieron tropas; Costa Rica, Nicaragua (Somoza), Panamá (Roberto Chiari), República Dominicana (Bonnelly), Guatemala (Idígoras) y Venezuela (Betancourt), ofrecieron el uso temporario de sus bases”. No obstante, al final la participación latinoamericana en el bloqueo se redujo a Argentina y Venezuela, cada uno con dos destructores que accionaron bajo el mando gringo; los demás no concurrieron (6). Se trató de la primera fuerza multiestatal latinoamericana conformada por la OEA para actuar en contra de un país de la región.

·         Proyecto invasor norteamericano de Venezuela en noviembre de 1963
Se trataba de un proyecto destinado a invadir militarmente a Venezuela inmediatamente después de las elecciones del 1° de diciembre de 1963, en el caso de que éstas fracasaran a consecuencia de la política abstencionista promovida por la izquierda insurreccional o sus resultados no fuesen favorables al partido de Rómulo Betancourt, quien es el que vergonzantemente lo solicita a los gringos. El proyecto abarcaba tres subproyectos, de los cuales dos se ejecutaron totalmente: la “Operación América”, consistente en unas maniobras navales conjuntas de las armadas de Estados Unidos y todos los países bolivarianos ejecutadas en el puerto de colombiano de Tolú, a unos 250 Km. en línea recta de la frontera con Venezuela; y las Maniobras UNITAS IV que se desarrollaban en el golfo de Morrosquillo (Caribe Colombiano), con las cuales se hizo coincidir la “Operación América”, conformándose una fuerza de tarea denominada “Task Force 137”, con buques de la armadas de Estado Unidos, Argentina, República Dominicana y Venezuela. El otro subproyecto, que no llegó a desplegarse en su totalidad estaba previsto de ser desarrollado por miles de marines desde Quantico y Pensacola hasta Vieques y Panamá, con suficiente apoyo aeronaval, todo ello adicional a los recursos de las otras dos operaciones, conformando el que “era el ejercicio de mayor magnitud de este tipo intentado hasta el presente”, en opinión del vocero del Comando Sur, coronel Churchville. El profesor Simón Sáez Mérida describe magistralmente este proyecto en su libro “La cara oculta de Rómulo Betancourt”, ya reseñado e las referencias.

·         Invasión a República Dominicana en 1965
En abril de 1965 desembarcaron 23.000 “marines yanquis” (la mitad de la fuerza desplegada en ese momento en Vietnam) en la República Dominicana, para impedir la inminente victoria del movimiento popular constitucionalista sobre las fuerzas de la reacción militarista. Ante esta situación la OEA envió a la capital dominicana a su Secretario General, el uruguayo José A. Mora, con el aparente propósito de obtener una tregua entre los beligerantes, mientras la X Reunión de Consulta Ministros de Relaciones Exteriores, actuando a requerimiento de Estados Unidos, después de dar tiempo a que las fuerzas del imperio controlasen la situación a su favor, adoptó la decisión de crear una Fuerza Interamericana de Paz (FIP) en la que participarían tropas de varios países de la región.
A favor de la Resolución que creó la FIP votaron Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Haití, Nicaragua, Panamá, Paraguay, que junto al voto del ilegítimo representante de la propia República Dominicana,  conformaron precaria e ilegalmente mente la mayoría calificada necesaria de 14 votos. Votaron en contra México, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay. Venezuela se abstuvo (7). Siendo oportuno apuntar que la FIP, si bien no fue la primera fuerza multiestatal creada por la OEA, si fue la primera en invadir el territorio de un país hermano.

Pasaremos ahora a entrar en materia, después de este extenso aunque necesario prólogo, diciendo que la VIII Cumbre de las Américas a celebrarse en Lima, Perú, los días 13 y 14 de abril, a la cual asistirá el presidente Trump, a pesar de haber sido convocada para tratar el tema del combate a la corrupción en los gobiernos de nuestra región, y de que en todo evento internacional al que asiste el magnate-presidente tiene que tratarse el tema comercial, habrá de tener como punto central de la agenda “la ampliación de la respuesta regional ante la crisis en Venezuela”; tal como lo revelara una fuente no identificada del departamento de estado y lo difundiera la mismísima “Voz de América”, que es el servicio de radio y televisión internacional del gobierno de los Estados Unidos (8).
En el mismo despacho de esta agencia, pariente cercano de la CIA, se señala que fuentes  oficiales cercanas al mandatario informaron que si bien no se conoce la totalidad del discurso presidencial se sabe que pondrá especial énfasis en la situación por la que atraviesa el pueblo venezolano. Se espera que el mandatario agradezca a los gobiernos cipayos de la región por apoyar, dentro de sus posibilidades, las acciones estadounidenses para “presionar legalmente a Venezuela” y además se reiterará la importancia del liderazgo de EE.UU. y sus aliados para defender la democracia en el país sudamericano, ya que “… la situación en Venezuela no es sostenible y es una afrenta a la democracia en la región y el mundo”.
Los mismos funcionarios indicaron que “esperan que el presidente Maduro no se presente en la cumbre” y aseguraron que Trump no se reunirá con la delegación venezolana, aunque si sostendrá encuentros bilaterales con los presidentes más cipayos de la región: Macri y Peña Nieto, entre ellos.
Dicho sin ambages y con menos retórica, el emperador acudirá a este aquelarre sumisa y diligentemente montado por la secretaría general de la OEA, no sólo para intentar consensuar la aplicación de sanciones económicas similares a la impuesta recientemente por Panamá, para lo cual él mismo ha señalado que se trataría de ayudar a los países de la región a redactar las leyes que les otorguen jurisdicción para llevar a cabo este tipo de sanciones si así lo desean (9), sino para intentar aprobar la intervención militar  que anunciase en agosto pasado, un objetivo que no fue posible de alcanzar por sus recientes enviados a la región: Mike Pence, vicepresidente; Rex Tillerson, anterior secretario de estado; y Kurt Tidd, comandante en jefe del comando sur.
En el caso de que lograsen alcanzar la mayoría calificada de 23 votos, algo muy poco probable porque en la cumbre estarán participando nuestros aliados del ALBA-TCP y en la última reunión del consejo permanente sólo lograron sumar 19 votos para una tímida exhortación a Venezuela de posponer la fecha de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, no tenemos duda alguna de que aprobarían una intervención militar colectiva en Venezuela, similar a la aprobada ilegalmente en contra de la República Dominicana por la X Reunión de Consulta Ministros de Relaciones Exteriores en 1965, basada esta vez en supuestas razones de “carácter humanitario”, aun en contra de nuestro gobierno.
De no obtener la mayoría calificada, considero que actuarían de manera similar a como actuaron en contra de Guatemala en 1954 en la X Conferencia Interamericana de Caracas, un evento muy parecido por cierto a la VIII Cumbre, intentando aprobar oficialmente cualquier tipo de condena al gobierno revolucionario por su supuesta responsabilidad en la “crisis humanitaria” que estaríamos padeciendo y que tanto impactaría a los países vecinos, pero actuando soterradamente para lograr al menos la complicidad pasiva en el apoyo a una invasión desde la vecina Colombia, que se llevaría a cabo por paramilitares colombianos y efectivos del ejército gringo comandados “formalmente” por un general venezolano disidente, de la misma ralea que el general Miguel Eduardo Rodríguez Torres, agente de la CIA, que estando actualmente detenido e imputado por conspiración, podría muy bien ser sustituido por el general Cliver Alcalá, acérrimo detractor de la revolución bolivariana desde que dejó el gobierno, promocionado hasta el cansancio por la contrarrevolucionaria “Marea Socialista”, por medio de su leído portal www.aporrea.org.
En apoyo de esta hipótesis podríamos señalar la presencia desde ya y por 18 días, de más de 500 efectivos militares gringos en el Perú, cuando lo acostumbrado es que el presidente de los Estados Unidos sea custodiado por personal de su servicio secreto en sus viajes al exterior; presencia que fue aprobada por la comisión de defensa del congreso peruano y que consiste en 114 integrantes del ejército y 454 efectivos de la fuerza aérea gringa, con todo su armamento y equipo militar correspondiente incluyendo dos helicópteros, según precisa un comunicado oficial al respecto (10); siendo oportuno y necesario señalar que ya se encuentran en Panamá otros 415 miembros de la fuerza aérea gringa, autorizados para portar armas y gozando de privilegios diplomáticos, en el marco de las maniobras conjuntas “Nuevos Horizontes”. Resultando evidente que tales contingentes, junto a los acantonados permanentemente en las bases de Colombia, podrían conformar el componente gringo de la invasión, sin tener que hacer movilizaciones desde el norte cuyos movimientos serían más fáciles de prever y de detectar.

Decimos para finalizar, que el llamado de alerta implícito en estas notas es sólo para recordar que guerra avisada también mata soldados.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(3)    Laureano Vallenilla Lanz, “Escrito de Memoria”, Lang Grandemanage S. A., Paris, Página 417.
(6)    Simón Sáez Mérida, “La cara oculta de Rómulo Betancourt: El proyecto invasor de Venezuela por tropas norteamericanas”, Fondo Editorial Al Margen, página 292.
celippor@gmail.com
Caracas, abril 08 de 2018